Ir al contenido principal
El mío
Y ahí, enfrentada al viento de poniente que definía mis absurdos bordes redondos, escuché parlotear a las voces gritonas del mío.
Las escuché marchar llorando. Las escuché atentamente hasta que solo fueron plata fundida entrándome en los huesos y arañazos purpuras del tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario